El jueves pasado presentamos libro con Darío en el el Centro cívico de Urgell en Barcelona. La verdad que estuvo muy bien, el sitio es una olla de cultivo cultural muy interesante y la charla con el señor Adanti siempre es un descubrir cosas nuevas.
Viajé el jueves a mediodía y tuve, sin duda alguna, el peor compañero de asiento que alguien puede esperar. Un tipo que, según presumía, sabía todo sobre aviones. Iba sentado con su mujer, la que debería ser su única interlocutora, pero hablaba tan alto que, los que estábamos alrededor, nos vimos obligados a asumir ese papel.
El capitán empezó hablar por esa megafonía afónica que tienen los aviones y nos advirtió que en el despegue tendríamos algunas turbulencias. Ese fue el punto de no retorno. Mi compañero de asiento empezó a relatar absolutamente todo lo que pasaba pero, para la sorpresa de todas las personas que lo reodeábamos, su relato estaba entonado con el estilo de los dobladores de pelis porno de bajo presupuesto.
El avión empezó a ascelerar y él “oh sí nena, ¡así!, ¡cómo me gusta!”. El avión cogía vuelo y él “¡sí!, ¡así!, dele más fuerte”. Y así siguió hasta que el avión se estabilizó.
Yo llevaba la música puesta en mis auriculares que, por desgracia, no tienen cancelación de ruido. Siempre he pensado que esa función no era necesaria pero, en ese momento, hubiese dado lo que sea por tenerla.
El aterrizaje no fue diferente. Lo único que cambió es que tuvimos que esperar casi media hora para bajar porque faltaba no sé que máquina para ayudar en no sé qué al avión. Para la sorpresa de nadie, la ansiedad se apoderó de mucho de los viajeros y a la mujer de mi compañero de asiento le empezó a dar un ataque de claustrofobia. Él intentaba calmarla describiendo todo lo que estaba sucediendo pero, al ver que no controlaba mucho lo que de verdad estaba pasando, llegaron los nervios para apoderarse de él también.
Pensaba que desataría una verborrea incontenible pero no, por primera vez en mucho rato se quedó callado. Sus nervios le bloquearon el habla pero no su cuerpo aprovechó la situación para liberar todos los gases que llevaba dentro.
Mis náuseas se tradujeron en lágrimas, la mujer que estaba en el asiento de delante tenía arcadas, un niño que estaba sentado del otro lado del pasillo aseguraba que olía a Mc Donald’s y reclamaba un happy meal a su madre. El capitán activó la megafonía y aseguró que solo faltaba un minuto para resolver la situación y, cómo aseguraban los Pescado rabioso, comprobé que “el tiempo es impreciso”.
Historias del espacio exterior
Ahí va la viñeta que salió en el diario el domingo pasado.
Y una de las cásicas para recordar.
El estafador
Esta semana, en El estafador, el hilo conductor fue “la moda” y arremetí contra los pantalones de campana. Recuerden que solo es un chiste ; )
Mongo news
Esta fue la viñeta que salió en el número de enero de la revista.
Y una sobre la polémica de hacer escuchar los latidos a las madres que quieren abortar. Medida que propone la derecha para generar remordimientos y que la madre se arrepienta o que cargue con el mal en su conciencia el resto de su vida.
Miscel.lània cultural
El viernes pasado comenzó mi colaboración radiofónica en el programa “Els entusiastes”. Una sección mensual con recomendaciones culturales personales para que los oyentes descubran cositas nuevas. Les dejo el link por si quieren escucharlo.
https://ib3.org/entusiastesradio?pl=1&cont=66c6e168-98ee-11ed-9117-c437725f29d4
Bueno, poco más por hoy.