Desde que bajé mi dosis diaria de café, voy con el mate a todos lados. No creo que tenga que ver con un sentimiento de nostalgia hacia mi país de origen, es una bebida que me encanta, como todas las amargas.
Me gusta la relación que tiene con el tiempo, es un buen acompañante para los ratos de dibujo, lectura, escritura… marcando pausas con miradas al infinito que permiten reflexionar sobre lo que estoy haciendo.
Últimamente hago algo que pensé que nunca iba a hacer, me llevo el mate en el coche. De pequeño me resultaba una postal un tanto depresiva. Es una especie de imagen con coches en la ruta, días grises y conductores matando el tiempo en atascos cebando mate. Es verdad que cuesta un poco servirlo, pero en mi trayecto al trabajo hay unas cuantas carreteras rectas, un tanto monótonas, que dan juego a los malabares.
Ayer iba conduciendo por una nacional, disfrutando del último episodio de “Las edades de Millás” (ya hablaré de este programa otro día) y tomando un mate tras otro. A pocos kilómetros de llegar a Campos topé con un tractor que ralentizó mi marcha abruptamente. Yo que justo estaba sirviendo agua decidí que tenía que adelantarlo porque si frenaba sería un desastre. Miré rápidamente, venía un coche, pero bastante lejos en sentido contrario, maniobré para pasar y justo llegué a una parte de la carretera con cuesta hacia arriba.
Iba en sexta y observé como poco a poco perdía potencia y el adelantamiento se dificultaba. El coche que venía de frente circulaba cuesta abajo y se acercaba mucho más rápido de lo que yo había calculado. Intenté acelerar, pero nada, y ya podía ver que el conductor que venía en sentido contrario llevaba gafas y bigote. Cogí el termo fuerte con el dedo meñique y así, con el resto de la mano, poder rebajar a quinta y pegar un empuje de potencia suficiente para acabar de adelantar pasando por un hueco mínimo entre el coche frontal y el tractor. Un momento decorado con un insulto, muy justificado, de ambos conductores y una reflexión rápida que permitió darme cuenta de que tengo un problema, necesito un coche más potente.
El Estafador Y Mongolia
Cómo hacía tiempo que no mandaba news, se han juntado unas cuantas viñetas que fui publicando en ambos sitios.
Este dibujo salió esta semana en la que hablamos sobre la primavera en el Estafador. Un pequeño homenaje a la peli “Amanece que no es poco”, sin duda una joya del cine español.
El subconsciente me jugó una mala pasada en esta viñeta de los unicornios. La semana pasada volví a leer el libro de Charles Addams y descubrí que había una bastante parecida. Tengo que meterlo en la lista de influencers.
Un par de cosas más. Hoy se estrena esta joyita de la literatura cinéfila en Rata Corner de Palma. Muy recomendable.
También pueden apuntar el día 20 de abril porque parece que estreno expo en la galería Mäus de Manacor. En breve más info.